El Alférez Real
El libro, El Alférez Real, publicado originalmente en 1886, tiene el mérito de reconstruir la vida de las grandes haciendas vallecaucanas, que fueron determinantes en la formación regional en el siglo XVIII, y las costumbres patriarcales que se desarrollaron a su alrededor.
Eustaquio Palacios escoge el escenario de Cañasgordas, la Casa Grande, como la llamaban entonces, para la historia de amor con un inusual final feliz, un tanto impropio de las novelas románticas, ente Daniel e Inés de Lara y Portocarrero. Con el transcurso del tiempo se ha convertido en unos de los hitos de la literatura nacional al tiempo que se ha convertido en uno de los hitos de la literatura nacional, y junto con “María” de Jorge Isaacs, en la novela más destacada de la segunda mitad del siglo XIX, cuando se mezclan el romanticismo y el costumbrismo.
La lectura de “El Alférez Real” permite mirar a Santiago de Cali en tiempos de la Colonia, entender sus condiciones económicas y políticas, sus creencias y costumbres y, en general, la cultura que compartían los vecinos de la ciudad, que se extendía desde la colina de San Antonio hasta la capilla de San Nicolás y desde las orillas del río hasta la plazoleta de Santa Rosa.
La figura histórica del don Joaquín de Caycedo y Cuero, de cuyo señorío, influencia y sacrificio da fe la Gran Casa, estará siempre entrañablemente unida a la de Eustaquio Palacios y su historia de amor.
Apartes del texto de Edgar Varela Barrios
Rector Universidad del Valle
El Alférez Real edición 2018
Autor
Eustaquio Palacios, nació en Roldanillo, Valle del Cauca, el 17 de febrero de 1830. Su madre era caleña y su padre de Roldanillo. Hizo sus primeros estudios en el convento de San Francisco de Cali. De Cali pasó a Popayán, donde se doctoró en derecho y ciencias políticas. Vuelto a Cali, permaneció en esta ciudad hasta su muerte, acaecida, de manera súbita, en las primeras horas de la noche del 6 de septiembre de 1898. Fue secretario, miembro y presidente del Cabildo. Durante diez años de 1866 a 1876, ejerció el rectorado del Colegio Santa Librada. Presidió la primera municipalidad de la provincia, en el año de 1864 y en los de 1873 y 1876. Fue también administrador provincial de hacienda nacional, inspector de instrucción pública y magistrado del tribunal de occidente. Vivía en una vieja casa colonial de la calle 13, cerca a la plaza de Santa Librada, donde tenía una imprenta, en la cual se hizo la primera edición de este libro, y en donde se reunía diariamente con un grupo selecto de amigos, para comentar, en agradable tertulia, los acontecimientos locales, los del país o los que les alcanzaban a llegar de la inquietud universal.